Sucumbiendo ante lo obvio

atrevido!

Me da mucho miedo que, viajando en un colectivo lleno – una mujer empiece a gritar «me está apoyando!«, cuando esto no sucedió. Por eso me mantengo siempre bastante alejado de chicas en estos casos

el que cuenta el final

Viajando contra la puerta del subte, del lado de adentro. En la estación de la facultad sube una chica con un libro que me habían regalado para mi cumple (no el mismo). Miro el señalador que estaba puesto: iba por un poco más de la mitad de la novela… durante dos estaciones fui pensando cómo iba toda la historia, para ver por qué parte del relato iba. Estoy llegando a la estación donde me bajo, y preparo las palabras en mi mente, para decírselas cuando el subte vuelva a arrancar, ella adentro y yo afuera: «la chica linda y el abogado son hermanos, y el psiquiatra es muy hábil!».
Pero no le pude arruinar el final, se bajó conmigo, y me daba cosa decírselo y salir corriendo.

(Nota: contar el final de un libro sin decir que libro es no es ser mala gente)

shame on me (que vergüenza)

Me compré uno de esos pantalones que no son de jean, ni de vestir… son pantalones de… de… de esos que se usan para hacer deporte (no pienso escribir la palabra que los denomina).

Y para evitar miradas raras, tuve que inventar una novia imaginaria a quien le iba a regalar los pantalones que compré, porque el modelo era para chicas, ya que los modelos de chicos eran gigantes y cuadrados… ya demasiada humillación tengo con pensar en que voy a intentar empezar a correr para tener un poco de estado.